La diferencia de estados de ánimo era innegable en la zona mixta del estadio “Miguel Sancho”. Del lado de Racing de Córdoba, las sonrisas y los abrazos hablaban por sí solos: el triunfo los acercaba a la zona del Reducido y reforzaba la ilusión de seguir peleando. En el sector opuesto, la postal era otra para San Martín: silencio, cabezas gachas y pasos apurados rumbo al micro que aguardaba encendido en la calle. Mariano Campodónico fue el primero en ponerle voz a la derrota, mientras a sus espaldas sus jugadores preferían evitar los micrófonos.
Gonzalo Rodríguez, Gustavo Abregú, Juan Jaime, Hernán Zuliani y luego Guillermo Rodríguez, entre otros, fueron algunos de los que caminaron en silencio, apenas con un saludo breve antes de subir al ómnibus. Ya sentados, las miradas de muchos se perdían a través de las ventanillas. Era un gesto que lo decía todo: incredulidad. Apenas siete días antes, San Martín había vivido una fiesta en La Ciudadela con el 4-0 sobre Atlanta. En Córdoba, en cambio, repitió errores viejos y volvió a pagar caro su falta de regularidad.
En medio de ese escenario, el único que rompió el silencio fue Nicolás Castro. El volante no eludió la autocrítica y explicó con claridad cómo se les escapó el partido. “Justo cuando mejor estábamos nos hacen el gol. Después nos costó empatarlo y no lo pudimos hacer. Creo que se vio otra cara de lo que nos venía pasando, pero la realidad es que no alcanzó”, reconoció con crudeza.
Castro también apuntó al mediocampo como una de las zonas más disputadas de la noche. Racing lo pobló de hombres y San Martín nunca consiguió imponer condiciones. “Ellos juntaron gente en el medio. No nos superaron, pero tampoco nosotros a ellos. Quizás podríamos habernos llevado un empate por las situaciones que generamos, pero nos vamos con las manos vacías”, analizó.
La comparación con la goleada a Atlanta fue inevitable. En ese partido, cada llegada terminó en gol; en Córdoba, la pelota tomó otra dirección. “El otro día entraron las que tuvimos, hoy ninguna. Y encima el gol de ellos llegó en un momento en que estábamos bien parados”, admitió, reconociendo que una desatención terminó costando demasiado caro.
El volante, sin embargo, intentó transmitir calma en un momento donde el ánimo parecía estar en el piso.
Recordó que el plantel ya había vivido una situación similar tras perder con Colegiales en Munro, y que supieron levantarse en la fecha siguiente. La referencia fue un mensaje claro: la reacción debe llegar rápido, porque el margen de error se achica.
Lo que le queda a San Martín en el torneo
Con dos fechas por delante para la finalización de la fase regular, el volante dejó un mensaje cargado de autocrítica pero también de convicción.
La meta mínima es clara: terminar entre los cuatro primeros para llegar con ventaja a la definición. “Estamos ilusionados, tenemos un gran grupo y vamos a luchar hasta el final. Todos tenemos el mismo sueño que es ascender, así que lo vamos a seguir buscando”, cerró.
La postal de los futbolistas mirando por las ventanillas, incrédulos por lo sucedido, resume la noche en Córdoba. San Martín vuelve con bronca y dudas, pero también con un compromiso renovado. Las palabras de Castro sonaron como un recordatorio: más allá de los golpes, el sueño sigue intacto. Lo importante será demostrarlo.